NO VOY A SER ORIGINAL. Y no importa.
Hace ocho días Argentina ganó la Copa Mundial de fútbol masculino y yo no pude dejar de pensar en muchas cosas mientras el equipo demostraba, una y otra vez, su hambre de gloria.
Lo primero que sentí fue que el equipo estaba jugando. Parece una obviedad, pero no lo es. Los veía divertirse. Los veía reírse. Los veía conectarse entre sí y envalentonarse en cada ataque, como si hubieran estado jugando cada partido en el polideportivo de su barrio y no en un estadio millonario, en la ciudad de Qatar, a la vista de -literal- el mundo entero. Y, claramente, eso marcaba la diferencia en el campo de juego. Jugar abre la mente, predispone a las ideas, inspira y ayuda a descubrir posibilidades.
Jugar abre la mente, predispone a las ideas, inspira y ayuda a descubrir posibilidades.
Lo segundo que pensé fue, en realidad, una pregunta: ¿Por qué todos queremos ver a Messi campeón? Concluí que así era porque todos queremos un final feliz en el camino del héroe. Messi fue de fracaso en fracaso, sin desesperarse. Casi como una confirmación de que nadie es profeta en su tierra. Pero puso coraje y una espalda gigante (porque hay que fracasar en tu país siendo Messi en el mundo y seguir, eh…). Pero además, sentí, es un verdadero Capitán. Uno que marca el rumbo sin estridencia, que es fogón en el que el resto del equipo repara y junta fuerza; el que ilumina y cuida, el que deja hacer, el que cubre la espalda y el que mira más allá en la cancha mientras los demás mueven la pelota con pericia. Tener ese líder invita a ganar; por el deseo propio, por el del equipo y porque su trabajo es inspiración.
Un verdadero Capitán marca el rumbo sin estridencia. Ilumina y cuida. Mira más allá. Es inspiración.
Lo último que pensé, fue una idea que, en verdad no es mía; se la robé al Maestro Fernando Vega Olmos, un fabricante excepcional de máximas citables. En una Master Class dijo -a propósito del liderazgo creativo- ¨Podemos ser cinco dedos idiotas o un puño; el glue de nuestro equipo tienen que ser la actitud¨. Todos tenemos un don. Honrarlo es descubrirlo, trabajarlo y ponerlo a funcionar. Honrarlo es cuidarlo para conseguir lo que nos proponemos. Y si quienes nos acompañan en la tarea también lo hacen, juntos (porque nunca es solos) vamos a levantar la copa que se nos cante, tarde o temprano.
Todos tenemos un don. Honrarlo es descubrirlo, trabajarlo y ponerlo a funcionar.
Honrá tu don es otra cosa que le escuché decir a Fernando en esa clase. Y ése es mi deseo para vos, para mí y para todo el mundo en el 2023.