Cada vez más escucho la frase que da título a este post vinculada al contenido que algunos bloggers o influencers o vaya uno a saber qué fuerza no identificada en la red pone a circular entre nuestras aplicaciones más famosas. Y en la bolsa de los “videítos” entran las mil y una variantes ya conocidas: memes, gifs en todo el abanico de recursos al alcance (stop motions, boomerangs), historias caseras con emojis y sobre impresos preseteados, clips más o menos emotivos, con más o menos producción. En medio de esa ola que nos arrasa, veo a las marcas siguiendo la tendencia. Con producciones mejor logradas, con un concepto publicitario que las respalda alguna que otra vez y respondiendo a una identidad que el “seguidor” de la marca tiene muy incorporada, por lo que reconoce el remitente con sólo ver el play delante de la imagen congelada (y sin necesidad de darle play). Y es fácil desilusionarse un segundo después del click. Porque rara vez hay algo diferente que desde la realización o la estética sorprenda. Y si lo hace -mientras escribo trato de recordar si alguna vez me pasó- es difícil pensar en la posibilidad de que los usuarios de redes queden a la espera de una entrega más. ¿Cómo puede una marca destacarse y ponerse por delante de la tendencia en lugar de seguirla? ¿Como hacer para tener una presencia genuina, que aporte valor y que se destaque en la “grilla digital”?
Videítos Vs. Formato
Hace unos días le pregunté a un amigo publicista si le gustaba ver series y me contestó con un sí categórico. Le pedí que hiciera el ejercicio de pensar qué conceptos de marcas podrían estar detrás de las últimas series que estuvo viendo (…). Le pregunté qué pensaría él de una marca que le acerca una serie de su género favorito, sin molestarlo y sin “venderle” nada más. Un producto de entretenimiento realizado sobre una idea, un mundo, una forma de sentir y pensar y entretenerse que él y el anunciante comparten tácitamente. Su silencio fue música.
Lo que le estaba proponiendo era la idea de empezar a pensar la creatividad desde otro lugar. Los mismos insight, los mismos conceptos, el mismo humor, los mismos personajes pero puestos a funcionar en formatos más largos, perennes y atractivos. Ideas que permanezcan en el tiempo y que mantengan al consumidor convertido en espectador esperando la resolución o la nueva entrega. En síntesis, le proponía pensar ideas comerciales pero traducidas en formatos. Y por formato no sólo entiendo series de ficción sino el conjunto de características técnicas y estéticas que conforman una presentación o publicación “en serie”, en el medio que fuera: cine, radio, tele, web, juego, clip, o el etcétera que te parezca.
A mi entender, las ventajas que presenta un formato como parte de una estrategia de branded content son muchas. Por empezar, brinda la posibilidad de contar narrativamente, a través del desarrollo en profundidad de los conceptos que la marca desea transmitir. Además, permite segmentar el público según sus preferencias de temas, géneros narrativos, estéticas y estilos. El formato tiene valor en sí mismo: la elección de una temática y la repetición de esas características estéticas que lo conforman son atractivas per se. Y si al valor del formato le sumamos contenido novedoso o el aporte de algo nuevo que lo hace crecer en cada episodio, el formato nos garantiza un interés y un contacto genuinos con nuestros seguidores, en cualquier plataforma o red. Si es una agenda, sumamos datos interesantes; si son tutoriales aportamos cada vez más; si es una serie la historia va in crescendo; si son entrevistas, cada entrega es una diferente o una parte nueva de la misma. Cada dato nuevo será un aporte de la marca; cada minuto de entretenimiento, también.
El videíto de internet, suelto, presupone el hallazgo del usuario en ese lugar donde suele estar y su gran aporte es la recordación; mantiene vivo el latido digital de la marca y deja la llama encendida para dar señales de que sigue ahí. El formato, en cambio, le recuerda al seguidor que la marca no sólo está ahí sino que sigue viva en su propia vida; que sigue compartiendo su mundo y por eso sigue siendo su elección. El formato le habla al usuario desde otro lugar: le dice sé dónde estás pero también lo que querés porque yo también disfruto lo que a vos te divierte. El formato es novedoso y se diferencia en la saturada oferta que los usuarios reciben por minuto. Mantiene vivo el vínculo, convierte al usuario en espectador y lo pone en un lugar más activo que el de mero seguidor; le ofrece una experiencia atractiva de entretenimiento que lo deja a la espera de la siguiente entrega.
Para que puedas probar lo que se siente, te dejo este Link de GAP. De seguidor a espectador en sólo 10 segundos. Vas a ver que querés ver más.